Ilán Lieberman

Al son de Beno

2022

Largometraje documental, 102:29′


Sinopsis: Ilán, artista visual de cincuenta y dos años, lleva a su familia en un viaje musical, que reconstruye la caótica vida y trágica muerte de su padre, Beno Lieberman, pionero de la investigación folclórica en México. Re-visitando poblados montañosos y selváticos remotos, escuchan a los músicos locales –algunos de los cuales Beno grabó en los años sesenta y setenta, quiénes continúan interpretando la misma música hoy en día. Al confrontar el misterio y dolor provocado por el suicido de su padre, el hijo y dos hijas de Ilán, le hacen preguntas difíciles, al abordar los motivos del silencio, que muchas veces rodean al acto de suicidio. Y mientras explora la riqueza, intensidad y variedad de la auténtica tradición musical mexicana, Ilán se reconcilia consigo mismo y con su padre, al abrirse a sus hijos y compartir con ellos el perdurable legado musical de Beno.


«El imposible olvido.
Cada vez que olvidas, es la muerte la que recuerdas olvidando»
La espera el olvido
Maurice Blanchot

«Ay qué le da
Qué le da y vamos a ver
A ver como corre el agua
Vamos a verla correr»

La mariquita

Ellos son

La película Al son de Beno (Ilán Lieberman, 2022, México, 103 min.) lleva en el título una garantía de alusiones: bailar al son de unas cuerdas que pulsa Baruj ‘Beno’ Lieberman (1932-1985) y que son también las cuerdas de equilibrista de Ilán Lieberman, su hijo.
El son al que alude el título es el son huasteco, género al que Beno dedicó buena parte de sus investigaciones, fundamentales para la comprensión de la música tradicional mexicana. Beno Lieberman, junto con Eduardo Llerenas y Enrique Ramírez de Arellano, fueron investigadores independientes que, entre los años 1971 y 1983, registraron poco más de mil piezas musicales que dieron forma a la legendaria Antología del son de México (seis LP’s, 1981), ahora pieza de coleccionista y uno de los tesoros de la Fonoteca Nacional.
Ilán Lieberman hace un pacto visual con el eco del sonido de su padre. El eco del son de Beno permanece y «toca a la distancia»1. Pero su título en inglés –Beno’s Son– desplaza al padre y pone en el centro a Ilán, el hijo de Beno. Es también una dedicatoria al son de Beno: dedicado a su son (¿a su música? ¿a su hijo?). Comoquiera que sea, el son (en sus diferentes significados: “son huasteco”, “sonido”, “eco”, “hijo”) es, sobre todo, el verbo ser que hace que padre e hijo sean. Ellos son.

Al cumplir 52 años, Ilán arriba al conteo de años de un siglo mesoamericano. 52 años es también la edad límite, la edad del umbral: aquella en la que Ilán se convertirá en alguien mayor que su propio padre que, a los 52 años puso fin a su vida, sólo días después del sismo de la Ciudad de México de 1985.
Al son de Beno propone romper con lo definitivo, el acontecimiento excepcional: decir-se el dolor de la pérdida del padre, refiriendo-se una angustia originaria. Subidos en un auto Honda, en una road movie y acompañado por sus hijos Ana, Bruno y Cora, Ilán comienza una travesía por Guerrero, Veracruz, Oaxaca y la Huasteca Potosina, detrás del fantasma de Beno Lieberman que dejó huellas musicales a su paso, huellas de canto profundo, selladas en la piedra e impregnadas en las selvas. En su expedición, Ilán le da a los suyos –y, sobre todo, se procura a sí mismo– un conocimiento metamórfico: ese conocimiento del que habló Roberto Calasso «que transforma a aquél que conoce en el momento en que conoce»2.
Ana, en el asiento trasero, en carretera, pregunta: “¿Qué estás buscando respecto a ti?”. “Esa es la pregunta” responde Ilán, reflexivo, al volante.
Se trata en todo caso de organizar una conspiración diurna. Perseguir a la luz del Día lo que ya Ilán persiguió toda su vida por la Noche. Aquella su Noche originaria. Todas las secuencias de la película son estrictamente diurnas. Ilán Lieberman lleva su Noche al Día. Ese es uno de los rasgos de su sabiduría destilada en términos estrictamente artísticos.

Beno, su guía, es un ser en fuga. Es el fantasma que oficia y modela su percepción. A veces, Beno es atmosférico. Es la niebla melancólica que cubre la montaña de Guerrero. Neblina de experiencia fugada.
Beno Lieberman fue un ser lleno de oscura luz. Sabía que la eternidad se hallaba en cada nota pulsada y actuaba como si fuera a morir en cualquier momento. Era presa del éufono: a veces hablaba con Dios o escuchaba al cantante-pajarito de los bosques. Otras, huía del sanatorio mental ayudado por su amigos. Otras fundaba la Asociación Mexicana del Folklore, El Pesebre. A veces recitaba sus propios poemas en TV. En pocas palabras, Beno fue alguien que «interpretó su papel con coherencia»3, como escribió Nikos Kazantzakis, e Ilán nos entrega un filme entrañable que retrata al padre –al mismo tiempo en que se retrata a sí mismo– y que queda resonando en tu interior como una jarana, un lamento de tiple y una voz de son huasteco que se dobla en falsete: ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ah-ya-yai!

Dos rasgos fundamentales. Para darnos a su padre, Ilán –un pintor– utiliza el cine: la fosforescencia de la nada, la negra luz. Y utiliza el dibujo para poder decir lo indecible.
Si Beno permanece principalmente en su sonido, los retratos a lápiz de Beno son el pacto visual con su eco. Ilán trata de circunscribir el rostro de su padre en un dibujo, una y otra vez. Y el parecido va quedándose atrás con cada nueva variante. El dibujo tiene una potencia transformadora. Cada retrato ofrece variaciones de los ardores del rostro del padre.
Y las variantes fisionómicas muestran el rostro de Beno en estado de nube.
Todos los personajes de este drama emocional son los rostros variados de sus dibujos. Beno-Bruno, Beno-Ari, Beno-Eitan, Beno-Cora, Beno-Brenda, Beno-Laila, Beno-Benjamin, Beno-Ana, Beno-Ilán. Beno-Beno, Beno-Samuel, etc. Rostro múltiple que, gracias a los dibujos de Ilán, nos es extrañamente familiar a pesar de su transformación, o mejor dicho, extrañamente familiar debido a su transformación que es su semejanza, su parentesco y su parecido.
Ya se sabe que todo dibujo tiene la mudez sagrada de un jeroglífico, pero sería más adecuado decir que no son retratos en dibujo sino acordes del rostro de Beno –cada estamento del eco: un dibujo, una transformación de su sonido– que es como aquél acorde alud del que habla el director de orquesta Daniel Barenboim4, esa nota primera después de la cual caen todas las demás como una cascada.

¿Cuál es la surgiente originaria de esta cascada, de este son? ¿De dónde nace la sonoridad de los Lieberman? ¿De donde son? Del desierto. Como El Libro. De la fuente original de este árbol genealógico se desprenden frutos-estafetas a través de tres generaciones. Don Samuel Lieberman, el abuelo, enviaba desde Israel cintas magnetofónicas a sus hijos en México. Escuchamos un estremecedor fragmento de una Torah en miniatura que Don Samuel (con voz de Isaac Bashevis Singer) acompañaba con consejos para no matarse. Cassettes del abuelo como herencias sonoras: estafetas sonoras para el futuro.
Estas estafetas sonoras entran al espacio de los sueños.
Los sueños, en el filme, son dibujo. Ilán sueña que recibe una llamada telefónica de Beno. Le dice que está muy bien, grabando sones como solía hacer y gozar en vida. En otro sueño, Ilán recibe una carta de Beno en donde le manifiesta de manera escrita su ánimo para colaborar en su película (¡sabe que Ilán la está grabando!), le señala dónde encontrar álbumes de fotografías. Y es dibujo la estafeta que carga como dybbuk5: en un autorretrato en movimiento, Ilán arrastra una maleta que dentro lleva la pistola –la estafeta definitiva– con la que Beno ha de dispararse aquél día de septiembre de 1985.
En la película, el dibujo dijo lo indecible.
Esto no detiene sin embargo el flujo y la continuidad de estafetas: de los cassettes del abuelo, a las cintas de carrete abierto de Beno, Ilán Lieberman entrega una película-ordalía de extraordinaria belleza.

Otto Cázares
Agosto 2023


1 Expresión de Emmanuel Levinas. Levinas, Emmanuel, Sobre Maurice Blanchot. 2000. Trotta. Madrid.
2 Calasso, Roberto. El cazador celeste. 2019. Anagrama. Barcelona.
3 Kazantzakis, Nikos. Zorba el griego. 2015. Acantilado, Barcelona.
4 Barenboim, Daniel; Chéreau, Patrice. Diálogos sobre música y teatro: “Tristán e Isolda”. 2018. Acantilado. Barcelona.
5 Palabra hebrea que significa fantasma o demonio.